Además de hacer una limpieza total, y de eliminar todo lo que no usas, es importante que ordenes tu pieza todos los días.
Recuerda que el desorden es un circulo vicioso, y si no lo controlas este se puede acumular (que cada cosa tenga su espacio es muy distinto a devolver todos los días esa cosa en su lugar).
Y como nos fascina el orden y creemos que una pieza limpia y ordenada se luce mucho más, hoy te enseñaremos estos simples hábitos de limpieza que deberías adquirir…
¡Sigue bajando!
Haz tu cama todas las mañanas
La cama es un punto focal de la habitación, y cuando está deshecha llama la atención y hace que todo lo demás sea vea tambien desordenado. Una cama bien hecha, además de armonizar el espacio nos genera felicidad.
Ordena algo cada vez que entres a tu habitación
Esto requiere un poco de práctica ya que no siempre es fácil recordarlo (nadie piensa en ordenar todo el tiempo). Cada vez que salgas de tu pieza, llévate contigo algo que esté desordenado, como un vaso, unas revistas, tu computador etc y déjalo en su lugar… Esto, además de ser facil y no quitarte mucho tiempo te ahorrará horas y horas de ordenar.
Dedica 15 minutos al día a la limpieza
Déjate no más de 15 minutos al día para barrer, pasar la aspiradora, doblar ropa, o hacer cualquier cosa que irrumpa con el orden de tu pieza. Una vez que lo hayas hecho te sentirás realizada. Empezar es dificil, pero si repites este hábito todos los días se convertira en una forma de vida.
Mantén las cubiertas despejadas
Sabemos que algunos adornos van sobre la cómoda, pero hay otros elementos que llevan ahí un tiempo porque nunca las devolviste a su lugar original. Una buena ideas es poner un canasto, que además de ser decorativo puede colocar en él cualquier cosa que esté desordenando.
Si puedes ordenarlo en menos de minuto, hazlo ya
La mayoría de las veces dejamos los trabajos pequeños para después, como ordenar un par de zapatos, doblar una manta, o sacar la cartera encima de la cama. Pero lo que no sabíamos es que esto es exactamente lo que genera el desorden. Cada trabajo que se aplaza se acumula en un gran trabajo aún menos atractivo de hacer.