El estrés está bien en pequeñas dosis: es la respuesta natural de nuestro cuerpo a una amenaza. Pero si te sientes perpetuamente estresada, puede tener consecuencias negativas para tu cuerpo y tu mente. Uno de estos efectos secundarios: el aumento de peso.
En tiempos de estrés, nuestros cuerpos liberan cortisol, la hormona del estrés. Por sí solo, el cortisol no causa aumento de peso. Es una hormona catabólica que causa la pérdida de peso al descomponer los músculos y la grasa. Pero eso, desafortunadamente, no significa que más estrés sea igual a una pérdida de peso. El cortisol es realmente un estimulante del apetito, lo que explica por qué cuando estás estresada, te dan más ganas de comer.
Subir de peso debido al estrés es muy común, y en realidad hay razones fisiológicas por las que tendemos a comer más y anhelamos más alimentos poco saludables cuando pasamos por estos períodos. Cuando comes este tipo de alimentos, tu cerebro libera dopamina. La dopamina activa los centros de recompensa y placer en nuestros cerebros. Este es un ciclo continuo que conduce a un aumento del apetito y los antojos, que a su vez pueden conducir al aumento de peso.
El estrés crónico también puede hacer que tus glándulas suprarrenales se vuelvan locas. Las glándulas suprarrenales son responsables de la liberación de cortisol, pero pueden agotarse si estás constantemente estresada.
Si eres una comedora emocional, entonces probablemente te ha pasado más de alguna vez que pasas los períodos de estrés con un alto consumo de alimentos.
Este es un comportamiento bastante común, pero te contamos que hay formas mucho más saludables de lidiar con el estrés y la presión y que no te harán ver un aumento en la pesa. Sigue leyendo!
1- Encuentra otras formas para hacer frente al estrés que no sean comida.
Agarrar una barra de chocolate o brownie es una manera de manejar una situación estresante, pero no es la única! Existen otras mucho más sanas. Trata de usar un nuevo enfoque: llama a una amiga, sal a dar un paseo, toma un poco de té caliente, toma un baño o anda a una clase de yoga.
2- Da un paso atrás.
Si comes mientras estás en el climax del momento estresante, puedes terminar ingiriendo cientos de calorías sin siquiera darte cuenta de lo que estás haciendo. Date una pausa, respira profundo y pon tus nervios bajo control, así para cuando comas algo puedas ser capaz de prestar atención a lo que estás haciendo.
3- Date indulgencias sabiamente.
Prefiere estos alimentos para combatir el estrés, incluyendo la leche caliente y el chocolate amargo, o mantén a mano indulgencias más saludables como un yogurt griego con almendras picadas y pepitas de chocolate. Si prefieres un snack salado y crujiente puedes hacer chips de kale (u otros vegetales) caseros.
4- Date tiempo para el ejercicio.
Una situación estresante desencadena la producción de cortisol en el cuerpo, que se ha demostrado que promueve el aumento de peso, principalmente en el abdomen. El ejercicio puede combatir esta reacción ya que aumenta el bombeo de sangre lo que ayuda a eliminar el cortisol del cuerpo. También se liberan endorfinas, lo que ayuda a aumentar el estado de ánimo y aliviar los sentimientos de ansiedad. Como si esto no fuera una razón suficiente, el ejercicio también quema calorías, lo que ayuda a perder el peso ganado por la sobrealimentación inducida por el estrés. Programa un entrenamiento diario de 30 minutos, así como 5 minutos de estiramiento posterior para relajar los nervios.
5- No te tomes el estrés.
Si eres más del tipo de pasar el estrés y frustración bebiendo algunos tragos, o una botella de vino, ten en cuenta que esto puede conducir al aumento de peso y además otros problemas relacionados con la salud. Sé consciente acerca de tu consumo de alcohol. Tómate tu tiempo, disfruta de un trago lentamente, respira profundo y libera la tensión e un sorbo a la vez.
6- Cuida tu sueño.
La falta de sueño puede hacerte comer más que junto con tus antojos propios del estrés, te lleven a aumentar de peso. Asegúrate de dormir entre siete a nueve horas diarias de sueño reparador cada noche y respetar las horas normales de comida.
Puede sonar una locura, pero lo que estás comiendo tiene mucha implicancia en los gruñidos de hambre que tendrá tu estómago en las próximas horas. Sigue leyendo…
Así es como funciona…
Incluso cuando te das el tiempo de tomar un buen desayuno en la mañana, a veces te ves frente a la máquina expendedora de alimentos unas pocas horas más tarde con el estómago retumbando de hambre, ¿Por qué nos pasa esto? Puede deberse a tu opción de desayuno. Ciertos alimentos le dan a tu cuerpo la señal para almacenarlos en forma de grasa, en lugar de usarlos como combustible. Los alimentos altamente procesados o altos en carbohidratos a los que por lo general acudimos cuando estamos estresados, con poco tiempo o simplemente con mucha hambre, hacen que suban los niveles de insulina en la sangre, causando que sintamos hambre nuevamente, incluso si comimos recién.
Y mientras más familiarizada estés con este tipo de alientos como jugos, bebidas, galletas y pasteles, también existen otras cosas que son opciones “saludables” pero que también pueden hacer que tu sistema se desequilibre. Sigue leyendo para descubrir cuáles son estos alimentos que, sorpresivamente, pueden ser culpables de un estómago hambriento!
1. Panes de grano entero.
¿Piensas que un muffin de grano entero con mantequilla de maní te va a mantener satisfecha hasta el almuerzo? La verdad es que no. La bondad del grano entero está lejos de ser esa. El pan, incluso el tipo de grano entero, tiene un muy alto índice glicémico lo que eleva los niveles de azúcar en la sangre, incluso más que una barra de Snickers.
Parece una locura pero es la verdad: bombardear el cuerpo con demasiados carbohidratos eleva los niveles de insulina, lo que puede conducir a la vez al aumento de peso y problemas de salud más graves como la resistencia a la insulina y finalmente la diabetes. La insulina es una hormona producida por el páncreas y transporta la glucosa (o azúcar) a las células, donde se puede usar como combustible. En un cuerpo sano, cuando la glucosa y nutrientes son absorbidos, los niveles de insulina caen y se mantienen bajo el nivel normal, manteniendo entonces el hambre a raya. Pero, si se sobre carga con un exceso de glucosa, con el tiempo las células se vuelven resistentes a las señales de la insulina para recuperar la glucosa de la sangre. Esto obliga al cuerpo a almacenar el exceso de glucosa en forma de grasa, aumentando el peso y provocando un descontrol en el apetito.
2. Cereal solo.
Incluso si es una versión saludable, el cereal solo no te va a mantener satisfecha durante mucho tiempo ya que no tiene un contenido alto de agua. Los estudios muestran que cuando se incorpora agua a un alimento, éste te dejará más satisfecha que uno con menos contenido de agua. Piensa que el peso de una caja de cereales es muy ligero, tanto que quizás incluso podrías comerte todo su contenido en una sola sesión. Si los comes vas a obtener granos enteros, fibra y vitaminas, así como la caja lo sugiere en sus contenidos, pero no te mantendrás satisfecha por mucho tiempo.
Una mejor opción es centrarte en alimentos altos en agua, como por ejemplo harina de avena cocida o remojada en leche de almendras la noche anterior.
3. Fruta.
Probablemente el jugo de fruta ya está en tu lista de alimentos prohibidos, pero si estás comiendo más de la porción de fruta recomendada al día, es mejor que te detengas. De la fruta puedes obtener muchos beneficios nutricionales, pero no te ayuda a suprimir el apetito, ya que contiene fructosa y glucosa que no dan la señal a la insulina, causando un aumento en tu apetito. Para sentirte más satisfecha en la mañana, en lugar de comer un popurrí de frutas, elige dos huevos revueltos y la mitad de una palta (o aguacate). Esta es una comida rica en grasas saludables y proteínas, lo que te mantiene a raya del hambre por más tiempo, a diferencia de los alimentos altos en carbohidratos.
4. Yogurt.
El yogurt suena como una opción inteligente de desayuno: obtienes proteínas, calcio, y una variedad de bacterias buenas que ayudan a la digestión y la inmunidad. Sin embargo, cinco cucharadas de un yogurt dulce y sin grasa no van a hacer que te sientas satisfecha como lo harías si estuvieras masticando algo con más textura. Añade una nueces picadas en la parte superior y también prefiere el yogurt griego sin azúcar en lugar del yogurt sin grasa, ya que así no sólo vas a evitar los azúcares añadidos, sino que también contiene ácido inoleico conjugado (CLA), que es una grasa saludable que puede ayudar a promover la pérdida de grasa.
5. Jugos verdes.
Con una gran cantidad de verduras de hoja verde, frutas y leche de almendras, no se puede negar que los batidos verdes son saludables, pero si quieres estar satisfecha, tomarte tus calorías no te va a ayudar a sentirte así en comparación con los alimentos enteros masticables. Nuestros cuerpos no registran las calorías de la comida cuando está en forma líquida. Si bien los batidos bajan fácil y rápido, esto hace que el cuerpo no active su sensación de plenitud. Para un crujido extra y añadir mayor saciedad, pon algunos frutos secos sobre la taza de tu batido.
6. Pretzels.
Este snack se hizo popular durante la locura del bajo contenido de grasa de los años 80’s y 90’s. La gente pensaba que debía evitar la grasa por completo, por lo que un pretzel sin grasa sonaba como una idea perfecta. Pero esto no es cierto, este alimento es hecho puramente de harina refinada, incluso las versiones integrales no son mucho mejores. Son altos en carbohidratos y bajos en proteínas por lo que saturarán tu corriente sanguíneo de glucosa que te hará sentir hambrienta sólo un poco después de haberlos comido.
7. Ensalada.
Obviamente no estamos diciendo que tengas que dejar de comer verduras de hoja verde, pero es crucial saber cómo hacer una ensalada que realmente te vaya a dejar satisfecha. Una ensañada desequilibrada puede ser saludable, pero no te va a dejar satisfecha. El arma secreta: mezclar las verduras de hoja verde con una proteína (como salmón, pollo o hamburguesa de pavo), una porción de granos enteros, una gran cantidad de productos frescos y un poco de grasa saludable (como palta o aguacate, aceite de oliva, queso)
8. Vino tinto.
Aquí tenemos otro ejemplo de opción saludable pero mal llevada. Claro, una copa de vino tinto con tu comida está perfectamente bien, después de todo estás dándole a tu cuerpo una buena dosis de antioxidantes y polifenoles. Pero tomar más que eso puede dañar seriamente tu voluntad de comer sano. El alcohol reduce las inhibiciones, por lo que es menos probable que te adhieras a alimentos saludables después de haber tomado dos copas o más. Una estrategia inteligente: Decide lo que vas a comer (y no comer) antes de empezar a beber, y empieza a tomar después de que ya hayas comido al menos la mitad de tu plato de comida saludable.
9. Sushi.
Es difícil sentirse satisfecha al comer sushi, pero es muy fácil seguir metiendo esos pequeños bocados a la boca. Son pequeños, pero contienen un montón de calorías, incluso pueden ser alrededor de 500 en un sólo roll. En su lugar, toma sopa de miso o ensalada con aderezo de jengibre antes de empezar con tu plato principal de sushi y trata de evitar las versiones fritas.
10. Helado de yogurt.
Algunas personas piensan que tener un pequeño bocado dulce después de las comidas calmará sus antojos y será una señal de dejar de comer, pero es no es una buena estrategia. El azúcar son simplemente calorías vacías, por lo que comer un postre nunca te ayudará a mantenerte satisfecha. Además, los alimentos ricos en carbohidratos activan el nivel de azúcar en la sangre rápidamente, haciendo que sientas mucha hambre sólo un poco después de comerla. Si no hay forma de que puedas saltarte el postre (seamos realistas), entonces preocúpate de mantener porciones pequeñas y elige toppings más saludables como fruta o sólo unos pocos chips de chocolate.
Una manzana al día puede mantenerte alejada del doctor como también puede no necesariamente hacerlo, pero lo que sí es seguro es que puede ayudarte a ver resultados positivos en la pesa. Si haces estas elecciones a lo largo del día, verás como esta fruta puede ayudarte a mantener a raya la subida de peso o incluso también bajar algunos kilos. Sigue leyendo!
Desayuno: Un intercambio bajo en calorías.
La avena es una excelente elección para el desayuno, incluso puedes endulzarla usando un poco de miel (1/8 de taza contiene 100 calorías) o puré de manzana en su lugar (1/2 taza contiene 51 calorías). Haz este intercambio para todos los desayunos de la semana, ya que no sólo estarás ahorrando 343 calorías sino que también ganarás 9,1 gramos de fibra.
Snack de medio día: Comer mucha fibra para evitar los picoteos.
Además de ser muy sabrosas, las manzanas son también son una gran fuente de fibra que sacia el hambre. Elige como snack una manzana grande con cáscara y estarás consumiendo 120 calorías y 5,5 gramos de fibra. El alto contenido de agua y fibra te mantendrán satisfecha hasta la próxima comida, lo que evitará la tentación de picoteos altos en contenido calórico.
Postre: Evita el boom de calorías.
Media taza de helado de chocolate contiene 250 calorías.
Dos galletas caseras con chips de chocolate contienen 178 calorías.
Media barra de chocolate amargo orgánico contiene 300 calorías.
Después de las comidas, puedes cometer el error de caer en la indulgencia diaria de comer un postre alto en calorías, así que te recomendamos que te los saltes y en su lugar elijas algo dulce pero natural. Corta una manzana pequeña (80 calorías), ponle encima un poco de miel (64 calorías) y termina por espolvorear un poco de canela en polvo. Otra alternativa es sacarle el centro a una manzana cruda y rellenarla con algunas nueces o pasas picadas, ponerle encima un poco de miel y darle un golpe de calor en el horno. Aquí tienes dos opciones de postres dulces pero naturales, saludables y bajos en calorías.