No es raro que una ducha fría te parezca algo intimidante. Claro, no es sinónimo de algo placentero, pero sí de muchos beneficios para tu piel y tu pelo, lo que pueden convencerte rápidamente de empezar a considerar una al menos una vez por semana. ¿No nos crees? Sigue leyendo.
1. Son buenísimas para tu pelo.
El agua fría es en realidad genial tanto para la piel como para el pelo. Irónicamente, el agua caliente puede resecar tu piel, mientras que las temperaturas más frías pueden sellar los poros, evitando que se obstruyan con la grasa facial y la suciedad. Parecido a esto, el agua fría cierra la cutícula del cabello (esa es la respuesta a por qué tu peluquero te da el último enjuague con agua fría), lo que ayuda a que el pelo se mantenga brillante y saludable.
2. Le dan a tu piel un brillo juvenil.
El agua fría trabaja en tu pelo de la misma manera en que lo hace con tu piel. Cuando te lavas la cara, lo sugerido es enjuagarte con agua fría, ya que el frío contrae los poros y los hace ver mucho más pequeños.
3. Te dan la dosis justa de estiramiento.
Cuando el agua fría golpea tu piel, todo se contrae. Los poros se tensan y la sangre fluye en una nueva dirección. Uno de los maravillosos efectos secundarios es lo “apretado” que se siente todo, desde el cuerpo hasta la piel de la cara. No nos referimos a la piel seca, sino que tonificada, apretada y estirada.
*Tip extra:
¡No te bañes con agua fría en la noche! Las duchas frías en la mañana pueden ayudarte a sentirte renovada, llena de energía y lista para afrontar un nuevo y emocionante día. Pero por la noche, es mejor darte una ducha caliente ya que ayuda a dormir mejor.