Probablemente en los últimos años has tenido momentos en que estás arriba, otros que estás abajo y también algunos en que estás en el medio; y cuando miras hacia atrás te das cuenta de lo lejos que has llegado. Tener más fe que miedo, elegir ser agradecida y tomar la responsabilidad de tu propia felicidad, son la clave para darte fuerza y tener el control de tu vida. Aquí te dejamos 5 consejos para poder lograr precisamente eso!
1. Dejar de sentir pena por ti misma.
Llega un momento en el que tienes que tomar la decisión de dejar de percibirte de cierta manera y dejar de sentir pena de ti misma. La vida nunca va a ser perfecta y probablemente tampoco sea “más fácil”, pero todo esto es lo que te vuelve más fuerte, resistente y capaz de poder manejar el estrés de una manera más saludable.
La fuerza se desarrolla a través de las dificultades y se solidifica con el tiempo. Toma la decisión de creer en ti, de escuchar tus dudas, de cometer errores y luego olvidarte de ellos. Ámate a ti misma primero y luego sigue adelante con tu vida.
2. No dejar que el fracaso te lleve a renunciar.
Hay algo sobre el fracaso que nos absorbe, nos quita un pedazo de nuestra confianza y nos impide querer seguir intentándolo duro. Pero esto es lo peor que podemos hacer – dejar que el fracaso nos impida continuar. Hay muchos ejemplos de personas icónicas, exitosas y famosas que han admitido que han fallado, pero lo más importante, admiten que esos fracasos los ayudaron a ser lo que son hoy en día.
Lo que tenemos que cambiar es la percepción que tenemos acerca del fracaso. El fracaso no es algo malo, es en realidad una bendición maravillosamente productiva, que puede guiarnos en la dirección correcta. Si ahora sabes que algo no funciona, entonces vas a ser más inteligente y así la próxima vez que lo intentes, ya sabes lo que NO hay que hacer.
3. Tomar riesgos y hacer algo que te asuste.
Esto es algo con lo que la mayoría de las personas luchan en su vida y va de la mano con el fracaso; pero por lo general, cuando te das cuenta de que algo te asusta, entonces en señal de que debes hacerlo. Tienes que hacer cosas que te asustan; la zona de confort puede ser algo maravilloso pero nada crece ahí. Con el paso de los años no debes lamentarte por todas las cosas que podrías haber hecho pero que finalmente nunca diste el paso. Parte del crecimiento personal es atreverse y cambiar. Quizás van a haber momentos en que te pongas nerviosa, ansiosa o temerosa por lo que podría pasar, pero puedes aprovechar todos esos sentimientos para poder avanzar en lugar de alejarte de ellos.
4. Dejar de poner tu felicidad en las manos de otros.
¿Por qué no hace esto por mi? ¿Cómo me pudo hacer esto? ¿Por qué no se preocupa de mi? ¿Qué fue lo que hice? Él no me hace feliz.
Olvídate de todas esas personas. Siempre estamos buscando razones de por qué estar feliz o infeliz, insatisfecha o satisfecha, pero poniendo nuestra felicidad en manos de otros y dándole a las personas cierta clase de responsabilidad para que nos hagan felices. Y mientras que sí está bien estar en una relación comprometida o esperar ciertas cosas de nuestros buenos amigos, finalmente tú eres la única responsable de tu felicidad. Si dependes constantemente de otras personas para ser feliz, entonces te vas a sentir constantemente decepcionada.
5. Empezar a hacer cosas que te hacen feliz.
¿Arte? ¿Música? ¿Viajar? ¿Comer? ¿Escribir? ¿Correr? ¿Nadar? ¿Caminar? ¿Qué es lo que te gusta hacer? ¿Si pudieras despertarte todos los días y hacer algo que te apasiona sin tener que preocuparte por el dinero u otros problemas, qué harías?
Quizás quieras alejarte de tu entorno inmediato o de tu vida cotidiana. O quizás puedes empezar a ir a nuevos restaurantes, explorar nuevos caminos o calles, tomar clases de algo que te guste, etc. Intentar cosas nuevas, conocer gente nueva o probar comida que nunca antes has comido. Hacer las cosas que te hacen feliz te hará realmente una persona más feliz. Y cuando estás más feliz, la gente se va a acercar a ti. Mira dentro de ti y averigua qué es lo que te hace reír, saltar de alegría o bailar sin razón!